PAULINO CÁRDENAS
El líder de la “rebeldía” zapatista, quien el 1 de enero de 1994 anunció el levantamiento del EZLN, aseguró que Chiapas y México son territorio zapatista y que hoy, como hace 20 años, “hace frío”. Por ello, a su manera entre socarrona y chusca, convocó a la rebeldía para impedir el ‘despojo’ de nuestros recursos petroleros a manos de empresas extranjeras. “Para las encapuchadas y encapuchados de acá, la lucha que vale no es la que se ha ganado o perdido. Es la que sigue, y para ella se preparan los calendarios y las geografías”, señaló el sub, en una sutil amenaza a otro posible alzamiento tal vez más generalizado. En el comunicado difundido por el grupo afirmó que al igual que hace 20 años, cuando se alzaron en armas –en una acción concertada con el gobierno dicen muchos–, hoy los cobija la rebeldía, se deduce que para intentar otro alzamiento armado, no obstante que el EZLN ya es una organización civil.
El levantamiento del EZLN, que para muchos pareció más una deliberada puesta en escena que otra cosa, se dio el 1 de enero de 1994, mismo día en que entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Si las cosas hubiesen estado mal, Salinas no hubiese viajado ese enero a Davos. Pocos entendían lo que pasaba. Pero alguien puso los puntos sobre las íes años después. Según el ex gobernador de Chiapas y ex secretario de Gobernación, Patrocinio González Garrido, el movimiento zapatista no era un “levantamiento con fines guerrilleros, de verdadera lucha armada”, sino “una estrategia para frenar el impulso de las políticas que integraban el proyecto presidencial” y de generar una instancia, “posiblemente ya concertada, con la traición interna”, para iniciar un diálogo “que enseñara al mundo nuestros grandes rezagos e hiciera evidente que no había unanimidad en el proyecto económico y político” del presidente Salinas.
El ex secretario de Gobernación dejó en claro que el entonces presidente de la República conocía de la existencia del EZLN desde 1993, año en que ordenó al general Miguel Angel Godínez, comandante de la séptima región militar, “replegarse y no patrullar la zona que después fue de conflicto, para evitar confrontaciones antes de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte”. Todo ello quedó asentado en el libro «El imperio de la ley llegó a Chiapas», escrito por el periodista Enrique García Cuéllar. Señala el ex funcionario, que desde que el principio del conflicto armado, el presidente no quiso restablecer el orden constitucional, sino negociar; “no quería el uso de la fuerza en toda su expresión y yo expresé mi inconformidad», precisa y acepta que su salida de la Secretaría de Gobernación (y su exilio en Inglaterra) fue “convenida con el Presidente de la República”.
El que fuera encargado de la política interior cuando el subcomandante Marcos tomó San Cristóbal de las Casas, asegura que en el conflicto armado concurrieron varios factores, entre ellos los románticos maoístas de los setentas y los conflictos entre el nuncio Girolamo Prigione, el clero nacional y sus diferentes vertientes político-religiosas. Otros factores importantes para que el EZLN acelerara su levantamiento armado fueron la estructura de células territoriales de la diócesis de San Cristóbal; la pluralidad étnica, social y religiosa, “aunque no política, de la región”; los resentimientos ante la sucesión presidencial; los errores de Salinas de Gortari en los encuentros con los cubanos en Miami, y los ajustes de cuentas entre grupos de poder de la clase gobernante.
“Todo un coctel que se conjugó como respuesta probablemente no convenida, pero sí coincidente, frente a una Presidencia brutalmente fortalecida al aprobarse el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos y Canadá. Ahí cambió el país, al introducirnos en el proceso de globalización y todo lo que esto implica para nuestra soberanía, identidad nacional, expresión cultural y demás valores de mexicanidad, y no todos pudieron estar de acuerdo”, recuerda el hombre que gobernó Chiapas los cuatro años anteriores a la aparición pública del EZLN.
Patrocinio González Garrido insistió en que el movimiento zapatista no era un “levantamiento con fines guerrilleros, de verdadera lucha armada”, sino una “estrategia para frenar el impulso de las políticas que integraban el proyecto presidencial” y de generar una instancia, “posiblemente ya concertada, con la traición interna”, para iniciar un diálogo “que enseñara al mundo nuestros grandes rezagos e hiciera evidente que no había unanimidad en el proyecto económico y político” del presidente Carlos Salinas de Gortari.
Sin embargo, tanto el sub Marcos como Salinas de Gortari aprovecharon la ventaja mediática que le daba el hecho de decir, uno que el levantamiento armado era auténtico y que iba por la lucha reivindicatoria de los indígenas olvidados de la selva lacandona, y otro, para demostrarle al mundo que, pese a ese conflicto, el TLC iría para adelante. Y hasta la fecha siguen creyendo que la gente les creyó. Por ello se dijo durante mucho tiempo que el levantamiento había sido una pantomima, y que las bondades del TLC habrían sido para unos cuantitos.
Doce días bastaron para que Marcos provechara el envión que 20 años después sigue manipulando como su verdad poética, mientras que Salinas de Gortari no acaba de acabársela con lo del TLC. Un solo botón de muestra, de los que hay varios muy importantes, son los millones de dólares perdidos en mercancía de todo tipo que queda varada en los almacenes fiscalizados de las aduanas, cuya mercancía causa abandono puesto que resulta más caro y más tardado en México los trámites legales para regularizar la situación de la mercancía, que importar nuevamente la mercancía en regla. Pero ese es otro tema.
Por lo pronto, esa velada amenaza del sub Marcos de que pudiera haber otros levantamientos generalizados de grupos rebeldes por la reforma petrolera, parece ser de pacotilla.