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Zedillo, acusado por Carlos Salinas

PAULINO CÁRDENAS

Justo en vísperas de que se diera el anuncio que el ex presidente mexicano Ernesto Zedillo pudiera formar parte del consejo de administración de Citigroup con sede en Estado Unidos, cuya cerecita del pastel es Banamex, su antecesor en el cargo, Carlos Salinas de Gortari, prácticamente lo encueró públicamente durante un seminario sobre privatización de la banca, sobre el llamado ‘error de diciembre’ de 1994.

Lo acusó de haberle dado información privilegiada a un grupo de financieros mexicanos de que habría una devaluación en cuanto tomó el poder, lo que le originó al país un enorme daño, además de que mantuvo en secreto haber recibido en la casa presidencial a varios funcionarios norteamericanos financieros, derivado de lo cual de pronto se anunció el préstamo que otorgaba el huésped de la Casa Blanca, Bill Clinton, sin siquiera pasar por el Congreso norteamericano.

Aquel cuantioso préstamo de más de 50 mil millones de dólares que le fue otorgado a México por el gobierno norteamericano, en realidad había sido gestionado por unos cuantos financieros norteamericanas que no tardó en ser pagado, pero con intereses megaajiotistas, fue entre otras las acusaciones de Salinas contra Zedillo en una reunión organizada por la fundación Manuel Espinosa Iglesias la semana pasada.

Ese préstamo que devolvió México al poco tiempo de que se adquirió, fue vendido mediáticamente a los mexicanos por Zedillo como de solvencia financiera en un signo de  recuperación de la economía nacional, la cual según Zedillo había dejado pinchada con alfileres su antecesor, quien se quejó de persecución por haber criticado a su sucesor por la debacle económica el país, por lo que se quiso vengar de él con el encarcelamiento de su hermano Raúl.

Salinas reveló también los trastupijes que realizó su sucesor en 1995 para enmendar lo que se dio en llamar el ‘error de diciembre’ de 1994 y ‘salvar’ a la banca ya en manos extranjeras a través del Fondo Bancario de Protección al Ahorro, el Fobaproa, cuya deuda se ‘ciudadanizó’ con ayuda del PAN, para ser pagada por los mexicanos durante décadas, en una colosal operación secreta que tuvo la complicidad de varios personajes del gobierno y las finanzas estadounidenses, y del mexicano Roberto Hernández, quien era dueño de Banamex.

Quiérase que no, la reciente acusación de Salinas de Gortari alcanzó también al actual presidente Felipe Calderón, quien en esa época era presidente del PAN. Señalan las crónicas que el 9 de diciembre de 1998 Calderón, entonces presidente de Acción Nacional, juró que su partido “no votará a favor de la propuesta oficial sobre el Fobaproa” y quería que cayera el entonces gobernador del Banco de México, Guillermo Ortíz.

Al día siguiente por la noche, el 10 de diciembre, se conoció que el PAN “cedió en su demanda de que renuncie el gobernador del Banco de México, y llegó a un acuerdo con el Ejecutivo (Zedillo) en torno al Fobaproa”. Con su bravucón estilo, el entonces dirigente nacional panista, hoy Presidente de México, junto con los diputados blanquiazules anunciaron su decisión en torno al Fobaproa: “Se fincarán responsabilidades políticas y penales a funcionarios, empresarios y banqueros que hayan incurrido en desviación u operación ilegal en el manejo del fondo bancario; no encubriremos a nadie, no cejaremos en nuestra exigencia”. Pero al final encubrieron a todos.

En fin, que esas revelaciones de Salinas contra Zedillo deberían, como sucede en otros países, abrir una investigación seria y a fondo a través de una auténtica comisión de la verdad, para conocer lo que realmente pasó en aquel tramo de la vida nacional para llevar a los inculpados a juicio no sólo político sino penal, por los cuantiosos y duraderos daños ocasionados a la nación por décadas.

Como sea, el punto es que Banamex estará pronto en disputa y será el pretexto para mexicanizar nuevamente a la banca como lo propuso hace no mucho el coordinador de la bancada priísta en el Senado, Manlio Fabio Beltrones. La banca que opera en México  está hoy en manos extranjeras, por culpa de Salinas que permitió que entrara nada más la puntita de la banca extranjera, y de Zedillo que permitió que entrara toda.


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“Haiga sido como haiga sido”

PAULINO CÁRDENAS

El gobierno panista todavía no se repone del shock que le produjo la apabullante derrota que le infringió el PRI el domingo de elecciones intermedias, cuando ni en el partido en el poder ni entre los hombres del Presidente se imaginaron, nunca, que entre el voto en blanco, el voto nulo y la intención del voto, ésta última opción la haría suya la ciudadanía y haría ganar al partido tricolor de forma apabullante.

Siendo aún candidato en el 2006, Felipe Calderón, en una entrevista con Denise Maerker le preguntó para la televisión que si consideraba que la única forma para remontar las encuestas era hablar mal de su contrincante, Andrés Manuel López Obrador, a lo que Calderón respondió: “La campaña sucia corrió principalmente por cuenta del PAN. Y ahora Denise, como dicen en mi pueblo, yo ganaré la presidencia, haiga sido como haiga sido”.

De esa misma forma -“haiga sido como haiga sido”- el PRI le zampó el domingo una paliza histórica al PAN-gobierno, de tal tamaño, que al día siguiente, después de una larga reunión celebrada en Los Pinos, el dirigente nacional del PAN, Germán Martínez Cázares, dio a conocer su renuncia. Fiel subordinado del Jefe del Ejecutivo, el dirigente panista, contra viento y marea, obedeció hasta la ignominia siempre a su jefe.

Calderón le había puesto en suerte a Martínez Cázares al experto en guerra sucia, Antonio Solá, para diseñar la campaña proselitista con rumbo a las elecciones del pasado 5 de julio, basada en un slogan parecido a aquel con el que se quiso denostar a tabasqueño hace tres años  -“López Obrador es un peligro para México”- esta vez con una frase simliar que llevaba el mismo fin de atemorizar a la sociedad: “No dejes a México en manos del crimen”.

Hoy se habla de que el Presidente se quedó solo y que para poder llegar a la otra orillla del río en lo que resta de su administración, es necesario que renueve su gabinete, según lo sugiere Emilio Gamboa, con gente que pudiera ayudarle a Calderón a sacar al buey de la barranca, en donde se requiere echar a andar con carácter de urgente programas que reanimen la economía nacional

Hay observadores que apuestan a que al presidente Calderón no le va a quedar más remedio que co-gobernar con el PRI desde ahora, partido que a partir de septiembre tendrá  mayoría relativa  -y absoluta si cuenta con los votos del Verde- con lo que prácticamente podrá hacer en la Cámara de Diputados las negociaciones que quiera. 

No sería la primera vez, ya que en el pasado ha acordado con Acción Nacional la aprobación de iniciativas, como las del TLC, el rescate bancario del Fobaproa, la  no aprobación de Derechos y Cultura Indígena, el Pemexgate, los Amigos de Fox, el gasolinazo y la legitimización del triunfo del propio Felipe Calderón, al que incluso, por la gestión priísta, logró llegar hasta a la más alta tribuna de San Lázaro para su toma de posesión el primero de diciembre del 2006. 

Sin embargo, ahora que el PRI tiene en sus manos el presente y el futuro de México y que empezará a co-gobernará con la administración de Calderón, estará por verse si su dirigencia, antes que nada, se anima en los próximos días a hacerle un merecido reconocimiento a la ciudadanía que acudió a las urnas, pese a todo,  a jugársela con el triciolor; pero sobre todo, será indispensable, y sería imperdonable no hacerlo, darle las gracias de manera pública al propio PAN-gobierno por haberle hecho la tarea para su avasallador triunfo.

pcardenascruz@yahoo.com.mx

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Tragedia y redes criminales

PAULINO CÁRDENAS

La tragedia que ha estremecido a México sucedida en Hermosillo, Sonora, sólo tiene una explicación: fue producto de las redes criminales que desde siempre han existido en el país -y en muchos otros- en donde priva el compadrazgo, el tráfico de influencias, el valemadrismo y el háganle como quieran porque aquí sólo mis chicharrones truenan, por la simple razón de que se sienten protegidos por el sagrado manto del poder político. Por supuesto, no hay detenidos.

Producto del tráfico de influencias que se manejan desde las altas esferas del poder público, el incendio de la Guardería ABC y la muerte de al menos 44 niños, destapa una cloaca en la que se han convertido las redes de relaciones políticas, como las que señalan al gobernador Eduardo Bours y distinguidos militantes del PRI en Sonora. y,  aunque se haya puesto en duda, algunos de ellos con nexos familiares en la cúpula del poder panista.

Todos lamentamos el terrible infanticidio, culpa de funcionarios federales, estatales y municipales negligentes, coludidos en un evento en el que, como siempre, se la quieren sacar con la muletilla del consabido “llegaremos hasta sus últimas consecuencias, caiga quien caiga”, pero que nunca llegan a nada ni caen los que deberían caer por negligencia criminal para ser procesados y encarcelados. Eso está visto. Por ahora son dos los funcionarios menores a los que se le ha pedido su renuncia.

El esquema como actúan los traficantes de influencias son iguales aquí y en China. A pesar de ocupar una función pública en la que deberían actuar con probidad y rendir cuentas con transparencia de lo que hacen con sus cargos, sus recursos y sus actos, acuerdan en conciliábulos secretos sus repartidas de pastel, valiéndoles un sorbete la ética y la ley. A hacer negocios se ha dicho.

Quienes participan en esa cadena de favores creen que abusar del poder y traficar con las influencias es cosa común y corriente y son la base del ideal de estar en puestos privilegiados, creyendo que eso les da derecho a hacer y deshacer, pasándose por el arco del trinfo todos los principios normativos que creen que están hechos sólo para los funcionarios tontos no honestos.

Los casos abundan cada sexenio de donde surgen al final comaladas de funcionarios millonarios, quienes amparados en el poder que les da el cargo público, creen que todo lo que hagan son derechos del soberano, legitimados por la supuesta decisión de los súbditos, por lo que nadie debe discutir sus actos, como en el caso de las concesiones de las guarderías infantiles, y miles de concesiones más que, si se le rascara tantito, saldrían toneladas y toneladas de porquería.

Quienes están en la cúspide administrativa sienten que forman parte de una casta privilegiada que tiene derecho a todo, incluso a transgredir leyes y reglamentos de orden jurídico porque, amparados en el cargo que ostentan, consideran contar con potestades metaconstitucionales de independencia total para hacer lo que les venga en gana.

Pónganle el nombre que quieran, del sexenio que quieran, del gobierno que quieran, federal, estatal o municipal,  todos resultan iguales, incluso algunos mucho peores. Son las redes criminales que han llenado el anecdotario de las leyendas negras que abundan en nuestra historia administrativa en la era moderna y antigua de México. De nuestro pobre México tan rico en recursos pero que han sido saqueados cada sexenio por funcionarios sin escrúpulos.

Sólo para recordar, ahí están los casos de Acteal, de Atenco, de los hijos de Martha, de los esfumados excedentes petroleros, de la pederastia en donde hay funcionarios coludidos, de los contratos de la familia Mouriño, de los Salinas de Gortari, del New’s Divine, de Stanford, del Fobaproa.

Pero también de los abusos de la privilegiada banca en manos extranjeras, del crimen organizado en donde priva la impunidad por las colusiones de las mafias con funcionarios públicos, de la partidocracia que le ha cerrado el paso a la democracia, y un millón de etcéteras más que forman parte del negro expediente de los caciques del poder.   

Encima de la crisis integral que está poniendo en riesgo al país se dan hechos como la lamentable tragedia de Hermosillo, que sólo vienen a mostrar que, como van las cosas, el nuestro es un sistema que no tiene remedio. Habrá que hacer algo para cambiarlo ¡ya! En las urnas se ve muy difícil lograr ese cambio. Sólo falta que alguien de fuera, por seguridad propia, se ofrezca generoso a hacerlo por nosotros. A su modo, claro. 

escaparate@paulinocardenas.com

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